He llegado a una edad en la que tengo la sensación de que, sin duda, los hombres grises de Momo nos han ganado la partida. El tiempo se esfuma como la ceniza de los cigarrillos que estos fumaban, envueltos en las volutas de humo de las necesidades cotidianas, los quehaceres mundanos y las obligaciones perentorias. Un laberinto de difícil escape, que no obstante ofrece algunos huecos que podemos aprovechar para evadirnos a esos mundos que pueblan nuestras vidas de papel.
Y así hemos encontrado un precioso rincón donde poder disfrutar de otra de esas aficiones que tenemos, y que difícilmente encontraba lugar hasta ahora: la lectura de cómics.
Los juegos de rol, junto a los cómics y los juegos de ordenador, me devuelven a esa adolescencia y primera juventud dejada atrás tiempo ha; más por obligación y dejadez que por pérdida de afición, pero de la que siempre queda latente una esquirla en nuestra mente, presta a encenderse a la primera oportunidad; la cual hemos encontrado en una esquina de mis quehaceres.
A partir de ahora, tengo la oportunidad de volver a leer cómics con asiduidad, por lo menos hasta final del presente curso escolar, por lo que en Mis Vidas de Papel plasmaré mis neófitas impresiones sobre los cómics que pueda leer.
Además, las bibliotecas públicas poseen un más que considerable catálogo de títulos, que sobradamente satisfacen las necesidades de un mero aficionado como yo.
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