El culpable de mi afición a la lectura no fue otro que Sir J.R.R. Tolkien y su genial El Hobbit. Tendría 12 años cuando un profesor de catalán nos mandó como lectura de curso las fantástasticas aventuras de Bilbo y el Anillo. Ni que decir que devoré el libro en pocos días y, claro, acto seguido, seguí con El Señor de los Anillos, que quizás era demasiado pretencioso para mi poco formada mentalidad de aquellos años. No importó. Me agarré a la Tierra Media con todas mis fuerzas, y a partir de ahí descubrí los juegos de rol, El Silmarillion, etc...

De esos años recuerdo otra gran obra que me gustó mucho y de la que leí del tirón las dos primeras trilogías: Crónicas de la Dragonlance. Me fascinaron, aunque al seguir con alguno de los libros que rodeaban a la mítica obra, su mediocridad general me hizo desistir en poco tiempo.
A partir de ahí, crecí (aunque no mucho), y las obras de espíritu Tolkiano no llegaron a despertar en mí un interés suficiente como para engancharme. Volví a la realidad y los Dragones y Magos se fueron a tierras lejanas.
Todo eso cambió cuando compré por pura casualidad un libro de Terry Prattchet. Llegaba el verano, una portada cachonda llamó mi atención y el flechazo surgió al instante. El Mundodisco entro en mis venas como una droga dura y no he podido desintoxicarme desde entonces. Voy por la entrega veinte. Si bien Prattchet cultiva la Fantasía, se aleja de lo toda Fantasía Épica "tradicional", arropando en su peculiar sentido del humor, una tremenda crítica social.

Hasta que llegó ese día. Recuerdo las palabras de Miguel: "no hagas caso de la portada, vas a flipar. Esto es Fantasía adulta". Y sí, flipé en todos los colores del espectro cromático. Después de la primera página, no pude parar hasta completar todo lo publicado de la saga. Como muchos os podéis imaginar estamos hablando de la mítica Canción de Hielo y Fuego.

Qué decir que no se haya dicho ya de esta exitosa saga? Alejada del convencionalismo Tolkiano, el mundo de Canción de Hielo y Fuego nos introduce en una colosal trama de intriga, traición, épica, amor, lujuria... No falta nada! Con unos personajes muy cuidados, Martins huye de la tradicional confrontación entre el Bien y el Mal para adentrarse en un mundo de grises perpétuos, donde todo es bueno o malo según cómo se mire. La trama, más cercana a la novela histórica que la fantástica, te fascina desde el primer instante y la necesidad de saber que va a ocurrir con el siguiente personaje te absorbe de tal manera, que una vez que empiezas es imposible parar. Todo ello, aderezado con un mundo en el que la magia, olvidada desde hace siglos, vuelve a reclamar su lugar en Poniente. Hablaré más de esta gran producción a lo largo de este blog. Pero si de algo estamos seguros es que...
Los Dragones han vuelto!
Fuego y Sangre!
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