mayo 28, 2013
Por Rul. T0
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Autor: Gabriel García Márquez
Año de publicación: 2004
Género: Realismo Mágico, Narrativa
Sinopsis:
El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con
una adolescente virgen. Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa
clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenía una
novedad disponible. Nunca sucumbí a ésa ni a ninguna de sus muchas
tentaciones obscenas, pero ella no creía en la pureza de mis principios.
También la moral es un asunto de tiempo, decía, con una sonrisa
maligna, ya lo verás.
Mi opinión:
De tanto en tanto, entre épicas batallas, naves espaciales y dragones que escupen fuego, uno necesita volver a leer algo "real". Y qué mejor lectura que Gabo, el mago del realismo mágico
Memoria de mis putas tristes es un libro fácil de leer, ameno, y lleno de sentimiento, como la mayoría de las obras de GGM.
Partiendo de un escenario dantesco: un hombre de noventa años que quiere desvirgar a una menor como regalo de cumpleaños, Gabo describe uno de los mayores problemas de muchos lugares, la prostitución infantil. La puesta en escena de la mezquindaz del viejo, la patente normalidad del abuso contra los que menos tienen, la pasividad ante ello de la sociedad, y la baja moralidad de personas que se creen asentadas entre las buenas gentes.
Aquí es donde aparece nuestro nonegenario protagonista, un periodista retirado, amante de la música clásica, del buen vivir, culto, hombre integrado en la sociedad, y... un putero acabado, que lleva la cuenta de las mujeres con las que se ha acostado, siempre pagando.
"También la moral es un asunto de tiempo", reza la reseña, y es en esta idea en la que se recrea Gabo. A su edad, nuestro protagonista no conoce el amor, ya que siempre lo ha rehusado, como consecuencia de un trauma infantil.
Tras conocer a Delgadina, la adolescente virgen que le "regala" Rosa Cabarcas, nuestro anciano empieza a cambiar su concepto de la vida. ¿Demasiado tarde? Pues aquí es donde reside la gracia del relato. Nuestro protagonista se da cuenta entonces de lo necesitado que ha estado siempre de "amor verdadero", y en su afán por conseguirlo, se enamora de un ideal, de una imagen ficticia creada por su mente.
Gabo juega entonces con su prosa, con pincelazos de ese realismo mágico, de ambigüedaz moral entre la redención del personaje y la barbaridad de la profundidad de sus actos, y la omnipresente necesidad de reivindicar la vida como un reflejo de la pasión y no del tiempo.
Para sentirse completo y vivo, solo hay un secreto: ser feliz.
Mi valoración:
Memoria de mis putas tristes es un libro fácil de leer, ameno, y lleno de sentimiento, como la mayoría de las obras de GGM.
Partiendo de un escenario dantesco: un hombre de noventa años que quiere desvirgar a una menor como regalo de cumpleaños, Gabo describe uno de los mayores problemas de muchos lugares, la prostitución infantil. La puesta en escena de la mezquindaz del viejo, la patente normalidad del abuso contra los que menos tienen, la pasividad ante ello de la sociedad, y la baja moralidad de personas que se creen asentadas entre las buenas gentes.
Aquí es donde aparece nuestro nonegenario protagonista, un periodista retirado, amante de la música clásica, del buen vivir, culto, hombre integrado en la sociedad, y... un putero acabado, que lleva la cuenta de las mujeres con las que se ha acostado, siempre pagando.
"También la moral es un asunto de tiempo", reza la reseña, y es en esta idea en la que se recrea Gabo. A su edad, nuestro protagonista no conoce el amor, ya que siempre lo ha rehusado, como consecuencia de un trauma infantil.
Tras conocer a Delgadina, la adolescente virgen que le "regala" Rosa Cabarcas, nuestro anciano empieza a cambiar su concepto de la vida. ¿Demasiado tarde? Pues aquí es donde reside la gracia del relato. Nuestro protagonista se da cuenta entonces de lo necesitado que ha estado siempre de "amor verdadero", y en su afán por conseguirlo, se enamora de un ideal, de una imagen ficticia creada por su mente.
Gabo juega entonces con su prosa, con pincelazos de ese realismo mágico, de ambigüedaz moral entre la redención del personaje y la barbaridad de la profundidad de sus actos, y la omnipresente necesidad de reivindicar la vida como un reflejo de la pasión y no del tiempo.
Para sentirse completo y vivo, solo hay un secreto: ser feliz.
Mi valoración: